dimarts, 6 de novembre del 2012

Berlín 2013


Queridísimo Ministro Wert y cía.,

hace ya tiempo me rondaba por la cabeza escribirle una breve carta explicándole algunos de los motivos por los que pienso que usted es de esa generación española que tienen algún cruce genético que les impide pensar con coherencia; y algunos otros en referencia al crimen educativo que lleva cometiendo desde que puso un pie en el terreno político de este país. Pero luego resulta que le empezaba a escribir, y la dichosa carta se me alargaba unas casi 6 páginas, y pensé "pa' qué le voy a escribir tanto a este hombre si a duras penas sabe pensar, lo de leer lo va a tener complicado".

Pues bien, hoy ya no voy a hacerle la lista de la compra con los que han sido algunos de sus momentos estelares, ni otra -que sería mucho más larga- con lo que está haciendo con la educación de los niños de este país. Hay que ser cínico para querer convertir la educación en un adoctrinamiento, después de tantas generaciones de maestros que han luchado des del anonimato para extinguir pensamientos como los suyos. Pero bien, ya sabemos de que rama histórica y política es usted descendiente, y lo más sorprendente es que aún nos sorprendan, valga la redundancia, algunas de sus declaraciones.

Hoy le escribo por algo mucho más personal. Hay una duda que ya hace tiempo que me ronda por la cabeza, y le doy vueltas a menudo y no se me ocurre ninguna respuesta válida: en qué jodido momento han decidido que los estudiantes somos ricos? Por que mire que llevo tiempo en esto, y le juro que a equilibrismos con el dinero no nos gana nadie. Y eso suponiendo, que es mucho suponer, que después de tantos años agotados por esta asfixia, estos estudios nos vayan a servir para algo el día de mañana. Porque oiga usted, si los estudiantes de ingenierías están trabajando sirviendo hamburguesas -los que tienen suerte-, ya me dirá usted de qué coj* hacemos los demás.

Venga va, la respuesta es fácil: irnos. Sí, huir de vosotros y vuestros tentáculos envenenados, coger un par de maletas, un par de bufandas que en el norte siempre refresca algo más, y andando que es gerundio. Pues eso mismo hice yo, me apunté a unas becas Erasmus. Y ¡sorpresa! beca aceptada. Plaza para Berlín para 12 meses de curso lectivo a partir de Enero. Casi me da un infarto de la alegría, oiga. Otro idioma, otra experiencia, otro lugar, otras oportunidades de trabajo. Ni en mis sueños más húmedos habría soñado esto. Pero luego, como siempre, aparecen ustedes en el momento menos oportuno y son capaces de joderlo todo en cuestión de segundos.

"La beca solicitada sólo podrá ser aceptada y seguir su curso en caso de devolución íntegra del importe de la beca del pasado curso en un plazo de 30 días lectivos; o en su defecto asumir los gastos íntegros del programa ERASMUS a excepción del 15% del importe de matriculación".

Es decir: que me joda. Así de claro. Que si me quiero ir debo pagármelo yo o devolverles el dinero de una beca. ¿En que momento confundieron el término "beca" con el de "préstamo"?

¿Qué será lo próximo? ¿Si queremos la facultad limpia deberemos organizarnos en voluntariado para limpiar los retretes? Venga hombre, me lo imagino en la butaca de su despacho descojonándose, pero no olvide una cosa: quién ríe último ríe mejor.

Y ya puestos, le diré que le escribo desde Catalunya, sin haber estado españolizada -ni ganas-, y escribiendo muchísimo mejor su lengua que muchos de vuestros compatriotas.


To be continued.

Juls.